Archivo mensual: febrero 2021

Ser bibliotecaria en una biblioteca pública

Ser bibliotecaria es, sin duda, el mejor oficio del mundo. Ser bibliotecaria en Noáin-Valle de Elorz ha sido un lujo y una extraordinaria experiencia. Dejar las llaves de una biblioteca pública después de 20 años me ha llevado a reflexionar sobre esta profesión tan exigente como gratificante. Y, como estoy un poco nostálgica, quiero compartirlo con vosotras y vosotros:

Bea en la biblio

Los lectores y lectoras iluminan.

Gracias a la generosidad de los lectores y lectoras, las bibliotecarias tenemos asegurada la formación continua: las personas que acudís a la biblioteca legáis vuestras impresiones, opiniones (de libros y del mundo), ideas, preguntas, matizaciones, curiosidades, proyectos, críticas, actitudes ante la vida… ¡Gracias! Gracias a los niños y niñas por contagiarnos esa mirada, aguda, tierna, marciana e hiperrealista. Gracias a las personas mayores por compartir vuestras experiencias y saberes sedimentados. Gracias a los y las jóvenes por inyectar frescura, sinceridad, espontaneidad e ilusión a nuestros espacios y colecciones. Y gracias a los y las representantes de la estupenda mediana edad por propiciar la complicidad y provocar el crecimiento de esa amistad deliciosa entre lectores, lectoras y bibliotecarias. La clave de las bibliotecas (y me atrevería a decir de las sociedades) está en compartir; en estos tiempos pandémicos tenemos el reto de reinventar formas para seguir compartiendo, de formular relaciones sin deuda.

El mostrador no es un mueble sino un puente.

El giro afectivo se dio hace mucho tiempo en las bibliotecas. El mostrador es un lugar de sujeción de afectos. Los afectos, además, son acróbatas y saltan mamparas sin ninguna dificultad. Acróbatas como los propios libros.

Las sonrisas y la amabilidad se activan con sonrisas y amabilidad.

Obvio. Es un buen estiramiento previo a un buen servicio. Aplicar esta actitud descontractura nuestros espacios. Y no, no es euforia lo que proponemos (y menos aún en estos tiempos inciertos), pero sí un alejamiento de esa severidad que fue característica de las bibliotecas en siglos remotos. ¡Bienvenidas la alegría y el humor!

La biblioteca es un cruce de caminos.

Es un lugar de confluencia que te permite atravesar con rapidez el cruce y encontrar tu butaca tranquila en la biblioteca, o bien (y dependiendo del día) detenerte en el cruce: cruce de miradas, de sonrisas, de palabras, de cultura y culturas… Los cruces de caminos son espacios relacionales en los que encontrarse con amigos y con desconocidos. Teniendo en cuenta que el humano difiere en deseos, miedos, pasiones y circunstancias… en las bibliotecas hemos aprendido que, quizá, todas y todos hemos de empujar unos centímetros hacia fuera nuestras trincheras, mover nuestros «límites» y ver qué pasa, y lo que suele pasar es que la biblioteca, centímetro a centímetro, consigue ser kilómetros más amplia.

Mientras haya bibliotecas no habrá soledades no deseadas.

Incluso cuando en 2020 no hubo bibliotecas físicas (¡esos meses insólitos!), nuestro objetivo fue que nadie estuviese solo. De hecho, aquellas semanas se convirtieron en tiempo de intimidad entre lectoras, lectores, bibliotecarios y bibliotecarias que invitamos a los otros a nuestras casas, hicimos copias de nuestras llaves con zoom o jitsi. Después, las bibliotecas volvieron a ser espacios en compañía para que el que no quiera estar solo no lo esté; y el que quiera estarlo lo esté.

Las bibliotecas siempre están en campaña de puertas más abiertas.

Hoy comprobamos, además, que la renovación del aire que provocan las puertas abiertas es buena para todos y todas. Las puertas abiertas de nuestras bibliotecas las convierten en uno de los lugares más libres, acogedores y hospitalarios de nuestros pueblos y ciudades.

Un oficio de gratificación inmediata y continua.

Los y las habitantes de Noáin-Valle de Elorz tienen por costumbre valorar los esfuerzos del otro, apreciar, agradecer… ¡Gran hábito síntoma de confianza! Y esa confianza es muy positiva porque también es (y ha de ser) confianza para cuestionarnos. Las bibliotecas no somos ese lugar perfecto que a veces creemos ser, ¡tenemos que construir bibliotecas mejores! Y ahí también os necesitamos a los lectores y lectoras, para la construcción y la crítica. Y las bibliotecarias y bibliotecarios tenemos que hacer autocrítica y plantearnos: ¿qué son hoy las bibliotecas?, ¿qué miedos o heridas tienen las bibliotecas?, ¿y con qué sueñan las bibliotecas por las noches?

«El equipo»: ¡qué gran concepto!

Lourdes Percaz, antes de dejarnos (y dejarnos tan tristes), nos dijo: «Hemos sido un gran equipo». Y, claro, Lourdes tenía razón. Un gran equipo es fundamental en cualquier servicio y un gran equipo está conformado por relaciones heterogéneas. En mi caso (déjenme hacer una pequeña loa emocionada), la maravillosa (¡monocigótica!) pareja profesional que hemos sido Cris y yo, relación que se ha hecho trío con la genial llegada de Maite. ¡Y mis queridas compañeras antiguas! Y un gran equipo es una estructura sólida al tiempo que dúctil, permeable a incorporaciones de bibliotecarias tan valiosas y entusiastas como las que el jueves llegarán a Noáin: Diana y Mariaje.

La relación «bibliotecaria con bibliotecaria» es centimétrica, pero ser bibliotecaria implica también tener relaciones métricas… A pocos metros de la biblioteca, enfrente, dentro del mismo techo cultural, con Nieves (y Lourdes) atravesamos siglos y me lo enseñaron todo; más tarde el equipo creció y hoy presenta un aspecto y salud estupenda con Elena, Yoli y Julio dándolo todo y dándolo de manera exquisita.

Y a menos de un kilómetro está el ayuntamiento, y diseminados por Noáin están los trabajadores y trabajadoras municipales y los políticos y políticas que también son aliados en nuestro equipo, y allá al fondo, quizá a la vista en días sin niebla y siempre en contacto, el Servicio de Bibliotecas del Gobierno de Navarra y las bibliotecas públicas compañeras de la Red…

…Claro, y con estas compañías, es fácil navegar, llegar al fin del mundo y volver cantando y leyendo y superar cualquier turbulencia.

Bibliotecarias y bibliotecarios en movimiento.

Trabajar en la administración permite cierta movilidad, en esta ocasión vía traslados. Desplazarse es un acto natural. En las bibliotecas vemos a las personas ir y venir, y por ello también a veces tenemos que entonar «adioses» o «hasta luegos». Los lectores y lectoras dejan siempre sus huellas (y huecos cuando se van). También la multitud de bibliotecarios y bibliotecarios que hoy cambiamos de biblioteca esperamos dejar huella en la biblioteca de partida y empezar a pisar (con levísima huella inicial) en las bibliotecas de llegada. Todos y todas arribamos con ilusión pero también, ¿cómo no?, partimos con pena porque os vamos a echar mucho de menos: vuestra paciencia, vuestro humor, vuestro cariño… ¡veros leer! ¡Geniales lectores y lectoras de biblioteca!…

Los bibliotecarios y bibliotecarias sabemos que la hospitalidad es clave en las bibliotecas, y sabemos que los lectores y lectoras seréis hospitalarias con los bibliotecarios y bibliotecarias recién llegados. ¡Y todo tiene sus ventajas! ¡Conocer bibliotecas y bibliotecarias es uno de los tipos de turismo más estimulantes. Es básico que tengáis vuestras bibliotecarias de cabecera al lado de casa (bibliotecarias de familia), pero también es fantástico tener bibliotecarias amigas a media distancia.  Distancias franqueables.

(Y siento la extensión, veo que me está costando poner punto final, dejar de pensar, escribir, y trabajar en Noáin. ¡Pero ya está! ¡Es un hasta pronto!)

Y os cuento un sueño: el día en que esas cronopias que quieren estudiar Información y Documentación, o las que ya han montado su primera biblioteca pública (¡les invitamos a conocer Oloriz!) un día se conviertan, antes de mi jubilación, en compañeras en esta magnífica profesión. 

Bea Cantero